Cada 20 de diciembre, la Ciudad de Mendoza conmemora un nuevo aniversario desde su fundación. Detrás de sus calles, construcciones y habitantes, la capital de la provincia resguarda una historia profunda que explica su nacimiento y evolución, marcada no solo por el origen mismo de Mendoza, sino también por un quiebre decisivo provocado por el devastador terremoto que obligó a su traslado y posterior reconstrucción.
A 157 años de aquel acontecimiento fundacional, la historia de la Capital mendocina aparece atravesada por transformaciones clave que definieron su identidad urbana, social y política. Durante más de tres siglos, la ciudad no fue únicamente un núcleo poblacional, sino también el centro administrativo y territorial de una extensa región. En el momento de su fundación, los límites trazados por Pedro del Castillo anticipaban una configuración territorial que resultaría fundamental para la futura organización jurídica de la provincia.

Sin embargo, el punto de inflexión más determinante llegó con el terremoto del 20 de marzo de 1861. La catástrofe no solo arrasó con la ciudad existente, sino que abrió un intenso debate en torno a su reconstrucción y a la conveniencia de su emplazamiento. A partir de ese momento, Mendoza inició un proceso de refundación que dio origen a una nueva capital, claramente diferenciada —en lo físico y en lo simbólico— de la anterior.
La avenida San Martín se transformó en el eje que materializó esta división urbana: hacia el este quedó la denominada “Ciudad Vieja”, asociada al pasado colonial; hacia el oeste se desarrolló la “Ciudad Nueva”, concebida bajo los principios del liberalismo político y las ideas de progreso que caracterizaron a la Argentina de fines del siglo XIX. Esta separación excedió lo estrictamente urbanístico y se proyectó también en los planos social, económico y cultural, expresando una voluntad de ruptura con la herencia hispánica y la construcción de una identidad moderna.
La planificación de la nueva ciudad quedó plasmada en el plano aprobado tras el sismo, atribuido al arquitecto Balloffet, y respondió a esa visión renovadora impulsada por la generación del ’80 en Mendoza. En paralelo, el crecimiento demográfico y la expansión hacia el oeste consolidaron un modelo urbano distinto, alineado con los ideales de modernización que atravesaban tanto a la provincia como al país.
En este marco se definieron también las actuales secciones del radio capitalino. Algunas conservaron rasgos del antiguo trazado colonial, mientras que otras surgieron directamente como resultado de la transformación urbana posterior al terremoto. Esta división formal de la ciudad quedó reflejada en los planos de 1872, elaborados por Numa Lemos, donde ya se distinguían con claridad la “Antigua Ciudad” y la “Nueva Ciudad”.
El proceso de reconstrucción tuvo su culminación institucional con la creación del municipio de la Ciudad de Mendoza, establecida por la Legislatura provincial en 1868. El 20 de diciembre de ese año sesionó por primera vez la corporación municipal, fecha que desde entonces marca el nacimiento formal de la Municipalidad de la Capital. De este modo, Mendoza consolidó su reconstrucción no solo como ciudad, sino también como símbolo de resiliencia, modernidad y organización institucional.




